sâmbătă, 5 ianuarie 2013

El azar post-parto


¿Que onda? - me preguntó la chica.
¿Que onda qué? - era la primera vez que la veía en la cola del samba. Su figura se presentaba ante mi como una masa multiforme de mujer. Me puse los anteojos y me reencontré de súbito con su forma humana. Era preciosa.
¿Vas a venir o te vas a quedar ahí mirandome con esos culos de botella? - Me señaló una puerta de servicio, detrás del samba. Yo seguí esas dos nalgas rimbombantes, las seguí con una sonrisa de idiota y un hilo de baba en la boca.
¿A donde vamos? - Que me importaba, solo trataba de hacer conversación de llenar el espacio con palabras. No me contestó y siguió caminando, abrió la puerta y la cerró tras ella. Me quede parado, contemplando estupefacto. Segundos. Algún que otro minuto.
¡DALE! - escuché su voz hueca detrás de la puerta. Me precipité hacia ella pero no pude encontrar la manija, mis manos resbalan bañadas en sudor frío. Era prisionero de la ansiedad una vez más. Entré en la oscuridad del cuarto, el olor a humedad me perforaba el cerebro y hacía un frío que no habia sentido en años.
¿Hola?- De repente se encendieron dos faroles, una luz tan potente que estaba a punto de dejarme ciego. Me refregué los ojos con insistencia. Al cabo de un rato logré acostumbrarme, ahí estaba ella. Aquel resplandor provenía de sus ojos, dos enormes focos de camión.
¡Ey! ¡Bajale un poco! - El dolor en los ojos disminuyó un poco.
Bueno, ¿que querés?- Estaba empezando a asustarme. Abrió la boca. De ella salió un papel. Un hoja de fax eterna que cortó con sus dientes y me entregó.
Sos mi pareja perfecta - me dijo - estamos destinados a estar juntos. El programa lo dice, de cientos de combinaciones posibles, vos y yo somos los mas acertados. ¿Vas a venir a casa conmigo, ahora? ¿o que? - Salió por la puerta que quedó abierta, dejando entrar la luz del sol. Ahí dudé.

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